El café arábica es una variedad del Coffea, es decir, una variedad del género de los árboles de la familia rubacia de los cuales se extrae el café. La peculiaridad del café arábica es que se cultiva des de hace más de 1000 años, es pionero en su cultivo, y, por tanto, es uno de los más cultivados y utilizados para la elaboración del café en grano.

El café arábica es originario de Etiopía, donde el clima y la vegetación son perfectos para las posibilidades del crecimiento de esta planta. Lo cual se traduce en un café exquisito, equilibrado y aromático.

Su exquisitez se debe a su largo proceso de crecimiento que puede llegar a los 8 años y pueden llegar  a tener una altura de 12 metros. Su lento crecimiento convierte al grano de café arábica en un café con cuerpo, equilibrado, gustoso y muy especial. Además, normalmente, se cultiva a unos 1400 metros de altura, pero algunos de estos cultivos se realizan hasta a 2.800 metros, traduciéndose en un café puro, suave y aromático debido a sus pequeñas flores blancas olfativas a jazmín. Su perfecto desarrollo se produce en temperaturas de 20 grados ya que no soporta las bajas temperaturas, y una pequeña sombra equilibra el crecimiento del café arábica.

Hace falta decir que el descubridor de la variedad arábica fue Antoine de Jussieu, un botánico especializado, también profesor, y, lo más importante, que fue pionero en la catalogación de las plantas florales.

El café arábica se reconoce como uno de los más refinados y es mucho más sorprendente y gustoso que otros cafés de su variedad. Aunque a simple vista son muy parecidos, los granos de del café arábica, a diferencia del café robusta o canephoa, contienen menos cafeína, y se considera un café gourmet. La variedad de café robusta, se cultiva, a diferencia que el café arábica, en altitudes bajas, en zonas climáticas secas como Indochina o África.

La variedad robusta de canephoa  es un grano con un olor poco aromático, debido  a su clima de cultivo, y de color amarillento que responde en paladar, como un café muy fuerte, a diferencia del arábica, aunque es sometido al tueste neutro, es decir, habitual.